Con la llegada de noviembre y las festividades del Día de Muertos, en México se acostumbra recordar a los seres queridos a través de altares y ofrendas. Sin embargo, hay una tradición muy específica que sugiere que no se coloque un altar para aquellos que fallecieron recientemente, especialmente si su muerte ocurrió dentro del último año.
Este aspecto del Día de Muertos está relacionado con el antiguo mito del Mictlán, el inframundo en la cosmovisión mexica. Según esta creencia, cuando una persona fallece, su alma inicia un viaje hacia el Mictlán, donde enfrenta diversos desafíos durante un periodo que puede durar hasta cuatro años. En este tiempo, se cree que las almas de los recién fallecidos no tienen aún el “permiso” para regresar al mundo de los vivos y disfrutar de las ofrendas en el altar
¿Por qué no poner un altar de muertos a un recién fallecido?
La creencia popular también dice que el proceso de duelo, tanto para la familia como para el alma del difunto, debe respetarse, ya que la colocación de un altar podría interrumpir o complicar su trayecto hacia el Mictlán. Según las tradiciones, el respeto por este viaje simboliza una manera de permitirle al alma aceptar su nueva condición, sin forzar su retorno espiritual antes de tiempo
¿Cuándo poner un altar de muertos a un recien fallecido?
Es importante notar que esta costumbre no se sigue de manera uniforme en todo México. Algunas comunidades, especialmente en Veracruz y Puebla, creen que el altar puede prepararse después de un año de fallecido, permitiendo una mayor flexibilidad. No obstante, en la mayoría de las regiones se considera que honrar la memoria de los seres queridos recientemente fallecidos es una práctica que debe esperar al menos un año
Así, esta tradición refleja el valor de respetar los ciclos de vida y muerte, conforme a la riqueza cultural del Día de Muertos en México